Nuestra Crítica
Máscaras de matar, de León Arsenal, ha resultado al final un poco decepcionante. Tiene méritos innegables: el principal es que ha construido un mundo rico, lleno de matices, muy complejo, bien estructurado. Y ése es justo el mayor de sus defectos: que el autor parece tan ansioso por mostrarnos lo mucho que ha trabajado en ese aspecto que las primeras cincuenta páginas parecen un catálogo de usos y costumbres o un manual de antropología que se hace muy muy pesado y lastran la acción.
Da la impresión de que Arsenal tenía estampas sueltas en la cabeza y las ha ensamblado alegremente, llevándose un poco de su capricho. No hay una historia claramente definida ni un hilo conductor claro. Es más, la acción salta de un personaje a otro arbitrariamente, un poco sin venir a cuento. Arsenal mezcla primera y tercera persona a su antojo, lo cual en principio sería defendible sino fuera porque la participación del narrador en primera, que al principio parece el protagonista, va decayendo hasta desaparecer. Desde cierto momento no volvemos a saber de él y su participación en la trama resulta prácticamente superflua. Esa es otra de las características de la novela: la aparición y desaparición de personajes que se van turnando en importancia sin un criterio claro. Junto a personajes memorables hay otros que están mal definidos o apenas bocetados (aprovecho este momento para resaltar una cuestión menor: León Arsenal tiene una capacidad asombrosa para dar nombres adecuados a sus personajes; es muy impresionante, pero no deja de ser una cuestión menor, claro).
Lo peor es sin duda ese descuido en el argumento, o más que en el argumento, en la urdimbre de la trama; es como si Arsenal se hubiera ido inventando la historia sobre la marcha. Hay además un par de deus ex machina que cantan la traviata.
Hay ecos muy claros de Robert E. Howard, sobre todo al principio (guerreros semidioses con hachas de doble hoja que miden dos metros veinte, peleas multitudinarias y muy sangrientas), no hay nada de humor (es una novela que se toma muy en serio a sí misma) y promete más de lo que da. El que seguramente es el mejor hallazgo, el uso de las máscaras, está muy desaprovechado. Podía haber dado pie a unas reflexiones interesantes, pero Arsenal prefiera quedarse en la superficie. Una verdadera lástima porque desperdicia una idea que daba mucho más de sí.
En el lado positivo, la novela está escrita con solvencia (tomada no en su conjunto, sino párrafo a párrafo). Me recuerda un poco el trabajo de un artesano; en fragmentos pequeños bien, pero en global queda cojo. Hay escenas que están muy bien escritas. La recreación del mundo de la novela es abrumadora (para lo bueno y para lo malo).
No estoy seguro de si recomendarlo o no. O más bien, estoy seguro de no recomendarlo, pero tampoco me gustaría desalentar a los que tienen pensado leerla. No va a cambiar la historia de la Literatura, pero tampoco es una mala obra. Yo le doy un cinco o un seis, y suelo ser bastante duro en mis valoraciones.
Txiki Palomares
|