Nuestra Crítica
Curtido a lo largo de los últimos años en el mundo de los relatos, Charles Stross, ya había demostrado que ante todo era un buen narrador, ahora al dar el salto a la novela esto se confirma, y, aunque con fallos en la estructura y algún momento en el que el ritmo decae, fruto sin duda de ser su primer novela, estamos sin duda ante una de las mejores space-operas de los últimos tiempos, y que en el momento de escribir esta reseña ha sido nominada al premio Hugo a la mejor novela del año.
Desde una brillante escena inicial, esa imagen de la lluvia de teléfonos permanece en la mente del lector mucho tiempo después de terminar la novela, y a lo largo de una intensa sucesión de escenas de las diversas tramas que conforman la novela, Stross inunda al lector con una lluvia de ideas que rompe con la vieja regla de una idea por página hasta abrumarnos ante tanta maravilla.
Lo que en un principio parece una recreación de la vieja revolución marxista en un planeta gobernado por tecnófobos, rápidamente evoluciona a un enfrentamiento entre civilizaciones separadas por miles de años luz, en el que puede tener una influencia determinante la posibilidad de viajar en el tiempo, lo que puede hacer intervenir al Escatón, una todopoderosa inteligencia artificial que busca autoprotegerse. Y esto es solo el principio de una trepidante historia.
El principal defecto de la novela viene derivado de la excesiva repetición de algunas explicaciones a lo largo de la misma, como el porque el Escatón no deja viajar en el tiempo y unos protagonistas principales, dos agentes secretos, un revolucionario marxista y una especie de morsa alienígena, aunque se trata de una novela muy coral, por los que es difícil sentir simpatía.
Resumiendo una excelente novela que supone todo un hallazgo y que convierte a este autor en uno de esos posibles referentes que puede tener el género en los próximos años, y que, sin duda, hará que el lector se divierta enormemente, casi tanto como parece haberse divertido el autor.
Aparecido en Solaris nº23
Javier Romero
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